martes, 2 de agosto de 2011

Rumanos en Bodal

 
       Despuntaba el alba sobre los montes que resguardan Bodal del viento del Norte, los gallo anunciaba la llegada del nuevo día y en el bar del pueblo se servían café y aguardiente a los mayorales. Como de costumbre me senté en mi mesa ,café en mano dispuesto a comenzar mi jornada de estudio . Fue sobre las nueve y media, abre la farmacia del pueblo situada al lado de mi ventana, cuando llegó el rumor:"hay dos hombres muy raros por el pueblo". Está frase se convirtió en los huevos infecciosos que más tarde eclosionarían  infectando a todos los habitantes.



        En efecto, pasados 10 minutos, el rumor tomo fuerza y forma. Antonio "el mocito", hombre de unos 65 años ,soltero y con aspecto de 40,confirmó la nacionalidad: "son rumanos" y añadió: de muy malas pintas, no me gustan ni un pelo. La farmacia paso de ser un dispensario de medicamentos a convertirse en epicentro informativo y de tertulia del tema del día: Hay rumanos en Bodal. En cualquier sitio esto no sería noticia ni novedoso, pero en Bodal si. Es un pueblo de 1200 habitantes donde todos se conocen y todo se sabe, era algo novedoso, algo que le faltaba, ya tienen :un alcalde al que criticar su dudosa gestión, un tonto del pueblo al que todos querían y animaban en su carrera como faquir come bombillas, una viuda con fama secreta de buena amante ,dos beatas que lloraban puntualmente cuando sacan a sus patrona en romería ,un africano que llaman cariñosamente "el negro", una pareja de chinos con su bazar "el buda feliz" ,varios borrachos decorando la barra del bar, dos disputas familiares por temas de herencia, un homosexual fuera del armario y otro dentro, un marroquí "el mohama",y una familia suramericana dedicada al campo , pero no, no tenían rumanos y tampoco estaban muy contentos con la idea de tenerlos.


          Antoñita se enteró en la farmacia de lo que ya era noticia en el pueblo; estaba decepcionada de no haber sido ella la anunciante del acontecimiento que tenía al pueblo a la expectativa. Era famosa por saber todo lo que ocurre en el municipio y estar en todas partes en el momento adecuado. Fue a su casa se fundó la bata de cuadros marrones y verdes, se calzó las zapatilla de andar por casa y se fue a investigar, la Mata Hari bodaleña en busca y captura de los forasteros. Y no fue en balde su esfuerzo, los sorprendió saliendo a toda prisa de casa de Manolín "el pimienta". No tardó en llegar a la farmacia. Pidió una caja de pastillas juanolas y como la que no quiere la cosa soltó la bomba.


       En Bodal acostumbran a tener las puertas abiertas ,buena disposición a las visitas y una cerveza fría con tapa para compartir un rato de charla, pero desde que Antoñita los viera salir de casa de Manolín(compró pan, coca cola y tabaco) se cerraron las puertas y ventanas, si se llamaba a la puerta primero se cogía el garrote, luego se preguntaba :¿quien es? , después se confirmaba visualmente por la mirilla la identidad y finalmente se abría. En menos de dos horas el pueblo era un bunker antirumanos. Siempre había ojos y bocas relatando lo visto a los oídos circundantes y estos volvían a ser bocas para nuevos oidos.



Sintiendo las miradas clavarse en la nuca ,los dos foráneos empezaron a mendigar casa por casa, así lo hizo saber Antoñita, que no paraba en su labor informativa, esta vez no sólo contó lo que vio si no que inquirió en la verdadera intención que con ello tenían:" lo que quieren es saber donde viven los ancianos para aprovecharse y robarles, lo vi en la Noria la semana pasada".Aquella acusación fundamentada en el más serio” periodismo de investigación" fue crucial para que las amas de casa se advirtieran una a otras y no dejaran a sus mayores solos: "ten cuidado que hay una banda de rumanos buscando personas mayores que vivan solos." No salía de mi asombro en tres horas habían pasado de dos hombres raros, a banda organizada pasando por ladrones, todo ello apellidado por "rumanos".

Estaba siendo testigo de una xenofobia rural, pueblerina y atroz , pero los habían pillado robando en el cortijo del Alcalde , ya no me pareció tan grave. Fueron arrestados , el pueblo volvió a la normalidad , eso sí en la iglesia el cura lo dejó bien claro : quién roba a un ladrón tiene cien años de perdón. Amen.

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