domingo, 21 de agosto de 2011

Equidna III (final)


Salió de la sacristía , se arrodilló ante la imagen del Señor Jesucristo, rezó implorando fuerzas para asestar el golpe que mandaría a lo más profundo del averno a Juan . Al salir de la iglesia se dirigió con paso firme y veloz hacia la plaza mayor .Conforme se acerca el bullicio va en incremento; los mercaderes cantando sus precios y ofertas, dos viejas vestidas de luto riguroso regatean y maldicen la subida de precios ,los zagales juegan en la acera  a bailar el trompo , los criados compran viandas y vino ,los jóvenes a lomos de sus jacos buscan las féminas miradas de las mozas que transitan por las mercerías.. .mientras él, anda sumergido en sus furibundos pensamientos, saborea la incipiente venganza, ignorando el cómo pero no el porqué. Estando en la plaza mayor, oteó en todas direcciones,  fijando su vista en el café Época, lo distinguió de entre el resto de los allí presentes. Juan Ramirez disfrutaba de su profuso almuerzo.-su última comida- refunfuñó . Estando lo suficientemente cerca como para oler el guiso de chivo dispuesto en la mesa del heliogábalo médico, sacó del zurrón la navaja afilada a consciencia , sin embargo, quedó el vengador quiescente ,notó como alguien le asía con fuerza de la capa, al tornar los ojos vislumbró a una joven vestida con hábito , la cual, le susurró al oído que la acompañase; oliéndose alguna treta del padre Mateo , hizo en principio oídos sordos, pero la monja no desistió en su empeño de llevarlo a lugar aparte.
Alejados, se adentraron en el jardín árabe que llama a todos los sentidos; el moteado de la cerámica, el perfume de las flores, el murmullo del viento y el agua, el canto de los pájaros. Una vez en la intimidad del jardín, se rompió el silencio:-¿Te envía Mateo?-dijo con desdén ,mientras posa sus ojos en el hábito de la religiosa.-No, me envía la providencia del Señor, pues estando yo limpiando la sacristía ,escuché su...-al oír esto, un escalofrío recorrió la espalda de Hugo, que acto seguido palideció. -¿Cómo te atreves a cometer tal injuria?¿Acaso tengo que recordarte el significado del secreto de confesión? –respondió clavando sus coléricos ojos en los de la monja.-Perdone mi osadía, mas no cometa tal acto se lo ruego, no lo mate…-titubeó y prosiguió con un pequeño hilo de voz- Mátame a mi…-¿QUÉ ? Que le importa a usted la vida de ese idiota, de ese avaro ,vil, y mísero despojo humano, mi problema es con él, no con usted.-Sentenció e hizo ademán de irse-¿ Por qué tanto odio?,¿ por qué quiere usted matarlo?...soy incapaz de entenderlo .-Por qué?...-toma aire, llevándose el puño cerrado al pecho -porque ese hombre al que usted defiende, despojo la esencia que complementaba mi alma, ¿sabe usted por qué? Yo se lo diré, porque no tenía el dinero suficiente para el medicamento que mi esposa necesitaba, porque no tenía dinero…-afligido, sintiendo nuevamente la perdida de Elóisa como si jamas le hubiese abandonado rompió en lúgubre llanto.
Avanzada la tarde, y entrando el crepúsculo, se despidieron después de confesarle lo enamorada que se encontraba de Juan desde su niñez,de como él había sido el primer chico que beso, de su primer paseo por el jardín en el que se encontraban; le entregó la flor de su inocencia y había tomado los hábitos por puro despecho al enterarse de su idilio con la hija de un ministro en Madrid. Los ojos de Sor Julia, así se llamaba, se empañaban al contar su historia , se podía sentir el desengaño sufrido a través de su tacto tiritante .Le contó todo sobre él; resultaba que era un pobre desgraciado, al que las deudas del juego y el vino estaban asfixiando ,y como diversos camorristas iban tras su osamenta; su esposa lo repudiaba ,al igual que la familia de esta, la cual le prohibió cualquier contacto con sus dos hijos después de enterarse de las atroces palizas que propinaba a los pequeños al llegar a altas horas de la madrugada, tras haber perdido ya sea un piso , una finca o el honor de sus vestimentas. Toda aquella historia conmovió al bueno de Hugo de tal manera que el ansia de venganza se mitigó y en su lugar un sentimiento de pena hacia Sor Julia y Juan . Como sí se le hubiese practicado el más profundo de los exorcismos, dejó todo el odio acumulado durante 32 años en aquel jardín árabe.
El sol resplandecía sobre el férreo oleaje que azotaba el acantilado con insólita furia. Inmerso en su rutina ,el recuerdo de su última visita de Febrero ya disipado. Cuando escuchó una voz que le pareció familiar. Por un instante fantaseo con la idea de que su querida Eloísa volvía junto a él. Dirigió la mirada hacia el camino zigzagueante de la marisma y reconoció a los lejos la figura de una mujer, melena castaña al viento y ojos oscuros ,era Júlía sin hábito y anillo de oro en el anular, desdibujando el blanquiceleste con su vestido bermellón.

No hay comentarios:

Publicar un comentario