jueves, 3 de noviembre de 2011

Orazal Castillo

        El alba penetra lúgubre través las persianas  astilladas, acariciando las cortinas aterciopeladas. El reloj Junghas sigue palpitando con eficiencia alemana y el gramófono  agoniza con Vivaldi y su invierno. Sobre la caoba vetusta del escritorio anida entre sus brazos la cabeza  Orazal  Castillo. Su reloj ventrículo aórtico  late tímido y descompasado, parpados y labios moratos,  piel fría  , preámbulo del adagio de la vida que escapa.  Un chillido atiplado de bestia herida resonó en todas las estancias.

        El mediodía asomaba  luminoso. Lo encontró estafermo, azul  y con los primeros hedores dulzones de la muerte rezumando por sus poros. Las moscas revolotean en rededor de la cabeza  en “8” infinitos , zumbando, violentas , duelo fratricida por  la cuenca del ojo derecho aún abierto . Pupila contraída fija  en el ojal oscuro de la cerradura .Una lámpara de plata preside la bóveda de escayola . Sólo al acercarnos se ve al minúsculo acróbata bajar malabarista  tejiendo desde las entrañas de su platea madre, mofándose de la gravedad . Aterriza , se detiene un instante, para penetrar el rictus de los labios pétreos y adornar con figuras octogonales  desde la úvula al canino .

            La luz vespertina de Otoño tilda de ocre la  estampa . De la fisura del mármol a pie del escritorio una oruga blanquecina errática  emerge atraída por el olor pútrido del festín. Temerosa se acerca reptandando, tímida sube por el mocasín izquierdo , al pasar la curvatura de la rodilla descubre un orificio en el pantalón de lino negro. Alza la vista torpemente, descubriendo la camisa de seda  . A la altura del pecho una caverna bermellón gelatinosa se le apetece más confortable , y tras deleitarse con el jugo de la carne empieza a dormitar , no sin antes envolverse celosamente en seda.

Las ascuas de lo que ayer fue fuego para calentar , hoy nos permiten intuir la figura de dos roedores  furtivos detrás de las estanterías de roble. Pelaje gris , cola fina alargada y ojos rojos  reflejo del refulgir del fuego. Escalan por la pata serpenteada de la mesa hasta llegar a la basta cima . Juguetean con los bolígrafos y la pistola de oro que hay sobre los papeles amarillentos manchados de sangre. Uno apoya las patas delanteras sobre la nariz aguileña, olfatea indeciso hasta pegar la primera dentellada . El segundo sube por el pómulo hinchado aferrándose a la patilla de las gafas , sigue el camino que está le marca hasta llegar a la oreja de la que asoman pelos canos encerados. A media noche el cantar de las campanas del reloj los aleja del cuerpo inerte.

       Así es como al llegar la mañana del día siguiente Orazal Castillo: rico, poderoso y solitario llego a su fin sin nadie que lo enterrara ; merced de las alimañas, un reloj alemán y un continuo invierno presidido por el oro . Con los ojos llenos de prejuicios infames , la lengua y garganta llena de venenos  y trampas para el inocente descarriado . Su osamenta preside la mesa donde arrebato al pobre sus posesiones. Y el corazón  nunca llego a transformarse por no saber amar a la familia , los amigos , las mujeres , ni a Dios ; sólo al oro.

miércoles, 26 de octubre de 2011

Cuento gallego


Aquella mañana calurosa de Septiembre llegué al pueblo de O´Cadavo tras 30 kilómetros de peregrinación y miseria. La vida, las reflexiones y pensamientos toman otro cariz muy diferente en estas tierras gallegas manchadas de verde montes y ocres senderos . Se puede aprender de cada paso , en cada pendiente o riachuelo , de una forma u otra se nos presentan pequeñas lecciones para la vida cotidiana , y es que la autentica sabiduría se nos presenta de la forma más sencilla . Lo complejo es apreciarla e incorporarla nuestra rutina.

Duchado y con fuerzas renovadas nos dirigimos a buscar cualquier bar dispuesto a darnos cervezas y orujo.
Fue en aquel bar, donde dimos con Bibiano. Era un hombre mayor de unos 70 años , piel arrugada, ojos claros adornados con patas de gallo , sus manos reflejaban su vida como agricultor , también su espalda curvada hacia referencia a esta vida agreste . Nos miro con cara de perro guardián, la típica mirada escudriñadora de los pueblos pequeños cuando un foráneo entra en "su bar", expresión que desapareció al saludo de "buenas tardes tenga usted". Tras dos cervezas y un orujo limpia tripas, salí del bar a fumar un cigarrillo , ya saben ustedes que los fumadores somos especie perseguida y no deseada , allí estaba Bibiano con su orujo blanco y su cigarro negro encendido, con su cara de impasible viéndolas venir . Como fumador olvidadizo le pedí educadamente si podía dejarme su encendedor y el como fumador solidario me lo dejo .Así pues empezamos a hablar, como toda conversación entre extraños la meteorología es la mejor opción para romper el hielo. Tras agotar las típicas frases (véase : El tiempo esta loco , no llueve desde...etc etc..)
me preguntó que a que me dedicaba , yo le dije : a vivir . Le hizo gracia la respuesta y me invito a beber un orujo con él , que por supuesto no rechace . Así de esta forma es como supe de la leyenda de Vida y Muerte que ahora les expondré:

- Sucedió en Galicia, en un lugar llamado Maroño. Allí vivían dos hermanas, solas, en una casa que daba al mar. No se sabía desde cuando allí habitaban , el tiempo se desviaba por las corrientes de Céfiro hacia las crestas oceánicas. Se llamaban Vida y Muerte. Eran dos mujeres gráciles, muy alegres, y su relación cordial y llena de un amor cándido y transparente. No les faltaban pretendientes, pero el temor a encontrarse sola una sin la otra le llevo a jurar que podían tener aventuras con hombres, pero nunca podrían casarse ni se separarían nunca. Y así lo cumplieron largos siglos.

    Los días de fiesta iban juntas al baile a un lugar que se llamaba Donaire, adonde iban todos los mozos de la comarca. En la taberna siempre reinaba la risa , el buen orujo y el amor furtivo. Para llegar allí tenían que pasar por una marisma con mucho lodazal, así que las hermanas iban con los zuecos puestos y llevaban en la mano los zapatos de bailar para no mancharlos en el camino. Los de Vida eran negros, y los de Muerte blancos.

Pues bien, una noche de invierno crudísimo y férreo oleaje  hubo un naufragio, porque este, como sabéis, es un país de mucho naufragio. El barco hundido se llamaba Palermo, e iba cargado de acordeones. La tempestad hundió el barco y arrastró el cargamento. El mar se llenó de acordeones y los hizo sonar al mecerlos en el oleaje. El llanto de las ánimas y  aquellas melodías llegaron hasta la costa empujadas por el viento, y las dos hermanas las escucharon desde su casa. Eran melodías tristes,  música de  naufragio.

Por la mañana, del Palermo solo quedaron los acordeones, yacían en la playa del lugar, destrozados. Todos menos uno, que encontró un joven pescador. Le pareció que había tenido mucha suerte y decidió aprender a tocarlo. Tocaba tan bien y tanta era su alegría que pronto lo llamaron para tocar en la taberna. Aquella noche las hermanas por primera vez cambiaron sus zapatos de baile. La hermana Vida vio al joven pescador tocando en uno de los bailes y se enamoró de él secretamente , al igual que Muerte lo hizo. Al terminar la pieza se acercó a Vida y le susurro al oído que se escapara con él . Vida se negó rotundamente , no podría dejar sola a su hermana. Pasó un año y las visitas de ambas hermanas se hicieron  más frecuentes .Muerte veía con recelo como su hermana y Gabriel  , así se llamaba , se iban amando . Finalmente Vida se enamoró tanto que pensó que aquel amor por el acordeonista valía más que la promesa que le había hecho a su hermana, así que Vida y el acordeonista huyeron juntos. Muerte se quedó sola y sin amor, y nunca se lo perdonó a su hermana.

Por eso ahora Muerte va y viene por los caminos, sobre todo los días de frío. Lleva puestos los zapatos negros, porque ya digo que la Muerte calzaba de blanco, y se para en las casas , llama a la puerta para preguntar: ¿sabe usted del amor y de la puta de la Vida? Y a quien pregunta, si no sabe nada, se lo lleva por delante.


jueves, 1 de septiembre de 2011

Dias grises.

  
              No es verdad que haya cambiado. No es verdad que sea más viejo, siempre tengo veinte años .Tampoco que me acueste más temprano, si alguna vez lo hago es intentando mantener un pulso titánico contra los efectos del alcohol y los  rayos del alba. Pero todo esto no es verdad. Ahora ando perseguido por la espada de Damocles, es hora de abrir los brazos para abrazar al tiempo y acurrucarlo en las arrugas de los ojos y los surcos memoriales del cerebro. Así pues, es verdad que he cambiado, también soy más viejo, nunca más volveré a los veinte años y me acuesto más temprano, perdiendo el pulso con el ocaso de día. He perdido la inmortalidad y he ganado el temor a la muerte.

             Hoy es uno de esos días grises, neutros, de resaca moral sin resaca .De un dolor de cabeza más allá de lo neurálgico y visceral. Hoy es para cruzar despacio por las calles con la mirada perdida, con la conciencia de no ser nadie; quizás de ser un perro callejero, vagar libremente sin rumbo fijo, sólo instinto y aceras. Pasear con las manos en los bolsillos, la cabeza ligeramente ladeada y el entrecejo levemente fruncido. Hacerse preguntas sin respuestas mientras miras algún escaparate, tan fríos y artificiales: "¿Será esa la definición de ciudad? - fría y artificial”. Sentirse una hormiga obrera en un hormiguero convulso de tiempo y hambriento de dinero. Ser parte de un sistema no elegido a voluntad, de saberse una frágil ridiculez social y cosmológica



                 Entonces es cuando uno ha de elevarse más halla de los rascacielos, de la Estratosfera, sortear con suerte y cuidado la basura espacial de la Exosfera. Saludar tocándose los genitales a lo Michael Jackson a la estación internacional. Tomar impulso en la Luna con un "moon walker" y rebotar más halla de la melena cósmica de Casiopea, utilizar el cinturón de Orión para catapultarse lejos de la Vía Láctea .Contemplar los relieves desdibujados de las nebulosas Águila y Omega. Ponerse en posición fetal para ser fagocitado por un agujero negro y escupido en algún rincón del universo desconocido .Una vez allí romper a reír señalando aquella mota de polvo azul, ríes de la economía, de la política, de la guerra , de la justicia , del ego antropológico , del hombre finito y de su alma eterna . Para después caer de cabeza a la realidad terráquea por alguien desconocido que pregunta la hora.

                  Para estos días creó el hombre las religiones, los psicólogos y los amigos. En el primer caso me dirán que tenga Fe, que el sufrimiento es recompensado con un bien mayor: la eternidad y el paraíso, o bien me hablaran del karma o en su defecto de 40 vírgenes si mato infieles(a gusto del consumidor). En el segundo recetaran algún psicotrópico que me deje medio inconsciente y echaran la culpa a alguna etapa de la adolescencia, la familia o algún deseo oscuro y oculto no satisfecho. En el tercero, la necesidad del compañero es tan antigua como el hombre mismo. Es ahí donde uno se siente parte importante de un sistema, de ser algo para alguien, ser parte de la manada. Además siempre tendrán los amigos esa frase tan simple y acertada: "No te rayes más y vamos a tomarnos una copa". Entonces uno se relaja y disfruta de los placeres simples de la vida. En cualquier caso me harán sentir bien hasta nueva señal del "yo" excretado en los confines del cosmos, riéndose desdentado, plasma humanoide  señalando la mota celeste.

sábado, 27 de agosto de 2011

Luces de neón, Paint it black.

(**En la parte inferior del relato encontraran los temas citados, para mi gusto todos magníficos , aportan parte importante en la esencia de la historia).

 
       Del viento y la lluvia se alimentan las almas tristes y taciturnas que vagan melancólicos por los callejones de la ciudad. Engañan la melatonina de su cuerpo bañando sus pupilas en luces de neón. Neones, malos whiskys y  bares de dudosa reputación; medicinas del doctor noche para sus insomnes criaturas de oscuro corazón. Abrigado del viento, con gabardina y sombrero, se adentra en el callejón. Al fondo la puerta del último antro abierto de toda la ciudad. Siente, más bien huele, los restos orgánicos  de lo que a primera hora de la madrugada fue un hombre. Llovía y venteaba con fuerza. Al lado de la puerta un gato, pelaje negro azabache, ojos rojos, mirándole fijamente .Sacó un zippo del bolsillo interior de la gabardina, cubriéndose con el sombrero borsalino de la lluvia, se encendió un “filter” sosteniéndole la mirada al félido. Se acercó a la puerta, con alguna que otra caries encima de esta está el cartel luminoso: "Ent_r to ParaD_sE" .Espantó al felino con un amago de patada  y llamó a la puerta.

      Llovía con más fuerza. Tronaba. El cielo rugía, se volvía violetaceo y oscuro a intervalos cada vez más cortos. Volvió a tocar la puerta .Escuchó un ligero zumbido, provenía de una cámara de seguridad instalada en la azotea. Nadie respondía. Se abrió una mirilla , dos ojos y una ceja le preguntaron : ¿Qué quieres?-Entrar-dijo clavando la mirada en la ceja fruncida.-¿Tienes invitación? -Don dinero me invita a una copa.-Sacó un fajo bastante grueso del mismo bolsillo donde guardaba el zippo.
Se abrió la puerta. No solo eran dos ojos y una gran ceja, era sin dunda pariente cercano de Polifemo, gigantesca mole de músculos y tendones. Al pasar por su lado se sintió minúsculo, pero no intimidado, la propina suministrada garantizaba su seguridad  aquella noche,le dio un toque en el hombro y se adentró con  una sonrisa burlona.

       Una vez pasado al gigante, guardián del metal insomne, la recepción. Tras el mostrador una mujer  de melena rubia, ojos verdes pardos, escote generoso y voz melódica. Le invitó a hacer uso del guardarropa. Se negó. Las escaleras, situadas a la derecha de la recepción, penetraban en las entrañas del subsuelo y una tenue luz roja resplandece por el reborde inferior de la puerta -"paraíso", ya veremos...-el suelo era en su totalidad una gran moqueta estampada de leopardo albino a manchas negras .Conforme baja el vicio se hace patente. Primero la música, sonaba marilyn manson y su tainted love; unos escalones más abajo una densa cortina de humos variados inundaban la atmósfera, si es que se le puede otorgar esa categoría. La luz de los focos giratorios se dispersaba en el humo  y este a su vez en las ondas de los  altavoces, situados en la base de la plataforma del fondo. Encima de ella una mujer contonea su cuerpo con maestría sensual. Clavó la mirada en ella. No la apartó salvo para sortear varios borrachos que se tambaleaban como zombis ansiosos de carne humana. Se sentó en la mesa más cercana al escenario, colocó la gabardina empapada en el respaldo y el sombrero sobre la mesa junto al tabaco y zippo. Aquel ángel de diabólica sensualidad seguía bailando al ritmo de Kid Rock - Cowboy.

       Absorto en el espectáculo, todo le era ajeno y lejano. Las risas, comentarios y silbidos le eran totalmente indiferentes. Sólo existía en ese momento para observar la coreografía de la chica y sus piruetas en la barra americana. Ni siquiera la pelea entre dos cuñados borrachos a más no poder, parada por el mastodóntico portero, pudo con el clímax de aquel derroche de erotismo. Tampoco turbo su concentración el grupo de mujeres, sentadas detrás, chillando a garganta rota con cada movimiento pélvico del boy contratado para despedir a la futura casada. Ni si quiera notó como se llevaban ensangrentado y semiinconsciente a uno de los muchos degenerados sadomasoquistas que frecuentaban-se alegraba de la propina a "Polifemo", y ahora sí era para él- "la entrada al paraíso". Se lamentaba de saber que Kid Rock no podría cantar eternamente su Cowboy.

       El camarero le advirtió por segunda vez -Disculpe señor, está usted en un reservado.-Sacó el fajo mojado de la gabardina y le metió uno de los grandes en el bolsillo de la camisa, pidió una botella de jack daniels y un vaso con hielo. No tardó en estar atendido y rodeado por tres mujeres del local. Le acariciaban, besaban el cuello, mordían el lóbulo. Él  bebía, fumaba, se dejaba querer y disfrutaba del baile. Tampoco para la chica paso inadvertido él.  Jack Daniels , el mejor reservado, tres chicas revoloteando a su alrededor y su mirada penetrante y melancólica no pasaban desapercibido, no señor.  En el instante que ella fijó su mirada en la de él, este le hizo un gesto con el índice, contrayéndolo y estirándolo, y con los labios decía: Ven. Sonaba paint it black de los Rolling Stones. Bajó del escenario con la misma agilidad que se movía sobre él. Se acercó felina, jugando con su espesa melena morena,  relamiéndose el labio superior, contoneando sus caderas metrónomas, hipnotizándolo con sus ojos color miel. No intercambiaron ninguna palabra, todo estaba ya dicho y entendido. Lo agarró por la camisa, el torpemente alcanzo a tomar la gabardina, la botella y el tabaco. Subieron por unas escaleras de caracol a un entrepiso lleno de habitaciones huerfanas de amor y enchidas de sexo. Aquella noche, como rezaba la última canción pintaron la puerta de negro y borraron el sol naciente del cielo.



domingo, 21 de agosto de 2011

Equidna III (final)


Salió de la sacristía , se arrodilló ante la imagen del Señor Jesucristo, rezó implorando fuerzas para asestar el golpe que mandaría a lo más profundo del averno a Juan . Al salir de la iglesia se dirigió con paso firme y veloz hacia la plaza mayor .Conforme se acerca el bullicio va en incremento; los mercaderes cantando sus precios y ofertas, dos viejas vestidas de luto riguroso regatean y maldicen la subida de precios ,los zagales juegan en la acera  a bailar el trompo , los criados compran viandas y vino ,los jóvenes a lomos de sus jacos buscan las féminas miradas de las mozas que transitan por las mercerías.. .mientras él, anda sumergido en sus furibundos pensamientos, saborea la incipiente venganza, ignorando el cómo pero no el porqué. Estando en la plaza mayor, oteó en todas direcciones,  fijando su vista en el café Época, lo distinguió de entre el resto de los allí presentes. Juan Ramirez disfrutaba de su profuso almuerzo.-su última comida- refunfuñó . Estando lo suficientemente cerca como para oler el guiso de chivo dispuesto en la mesa del heliogábalo médico, sacó del zurrón la navaja afilada a consciencia , sin embargo, quedó el vengador quiescente ,notó como alguien le asía con fuerza de la capa, al tornar los ojos vislumbró a una joven vestida con hábito , la cual, le susurró al oído que la acompañase; oliéndose alguna treta del padre Mateo , hizo en principio oídos sordos, pero la monja no desistió en su empeño de llevarlo a lugar aparte.
Alejados, se adentraron en el jardín árabe que llama a todos los sentidos; el moteado de la cerámica, el perfume de las flores, el murmullo del viento y el agua, el canto de los pájaros. Una vez en la intimidad del jardín, se rompió el silencio:-¿Te envía Mateo?-dijo con desdén ,mientras posa sus ojos en el hábito de la religiosa.-No, me envía la providencia del Señor, pues estando yo limpiando la sacristía ,escuché su...-al oír esto, un escalofrío recorrió la espalda de Hugo, que acto seguido palideció. -¿Cómo te atreves a cometer tal injuria?¿Acaso tengo que recordarte el significado del secreto de confesión? –respondió clavando sus coléricos ojos en los de la monja.-Perdone mi osadía, mas no cometa tal acto se lo ruego, no lo mate…-titubeó y prosiguió con un pequeño hilo de voz- Mátame a mi…-¿QUÉ ? Que le importa a usted la vida de ese idiota, de ese avaro ,vil, y mísero despojo humano, mi problema es con él, no con usted.-Sentenció e hizo ademán de irse-¿ Por qué tanto odio?,¿ por qué quiere usted matarlo?...soy incapaz de entenderlo .-Por qué?...-toma aire, llevándose el puño cerrado al pecho -porque ese hombre al que usted defiende, despojo la esencia que complementaba mi alma, ¿sabe usted por qué? Yo se lo diré, porque no tenía el dinero suficiente para el medicamento que mi esposa necesitaba, porque no tenía dinero…-afligido, sintiendo nuevamente la perdida de Elóisa como si jamas le hubiese abandonado rompió en lúgubre llanto.
Avanzada la tarde, y entrando el crepúsculo, se despidieron después de confesarle lo enamorada que se encontraba de Juan desde su niñez,de como él había sido el primer chico que beso, de su primer paseo por el jardín en el que se encontraban; le entregó la flor de su inocencia y había tomado los hábitos por puro despecho al enterarse de su idilio con la hija de un ministro en Madrid. Los ojos de Sor Julia, así se llamaba, se empañaban al contar su historia , se podía sentir el desengaño sufrido a través de su tacto tiritante .Le contó todo sobre él; resultaba que era un pobre desgraciado, al que las deudas del juego y el vino estaban asfixiando ,y como diversos camorristas iban tras su osamenta; su esposa lo repudiaba ,al igual que la familia de esta, la cual le prohibió cualquier contacto con sus dos hijos después de enterarse de las atroces palizas que propinaba a los pequeños al llegar a altas horas de la madrugada, tras haber perdido ya sea un piso , una finca o el honor de sus vestimentas. Toda aquella historia conmovió al bueno de Hugo de tal manera que el ansia de venganza se mitigó y en su lugar un sentimiento de pena hacia Sor Julia y Juan . Como sí se le hubiese practicado el más profundo de los exorcismos, dejó todo el odio acumulado durante 32 años en aquel jardín árabe.
El sol resplandecía sobre el férreo oleaje que azotaba el acantilado con insólita furia. Inmerso en su rutina ,el recuerdo de su última visita de Febrero ya disipado. Cuando escuchó una voz que le pareció familiar. Por un instante fantaseo con la idea de que su querida Eloísa volvía junto a él. Dirigió la mirada hacia el camino zigzagueante de la marisma y reconoció a los lejos la figura de una mujer, melena castaña al viento y ojos oscuros ,era Júlía sin hábito y anillo de oro en el anular, desdibujando el blanquiceleste con su vestido bermellón.

viernes, 19 de agosto de 2011

La Equidna II

 Eloísa Relais. Pobre y bella Eloísa, francesa afincada en Sevilla,aun recuerda como coincidieron en la Judería una tarde lluviosa de Otoño. Bajo el soportal de la callejuela entablaron su primera conversación acerca de los meteorológico.Tímido comienzo .Conversaciones de todo y nada . Más tarde ,aparición de la confianza de un par de copas de vino, seguida por la desnudez de sus vidas expuestas mutuamentes tras terminar la botella  . Aquel encuentro fue el primero de muchos otros de cita previa. Ella lo amaba como solo se pueden amar las cosas bellas y buenas de la vida, sin prejuicios ni magnitud. Su amor por ella aumentaba con cada sonrisa y carcajada angelical. Eloisa tan dulce y tierna,tan frágil y testaruda, la amaba.
Para esos días grises de lluvias y melancolías ,guardaba una fotografía bajo su colchón. Envuelta en papel de periódico para que la humedad atlántica no desdibujase ni el más mínimo detalle del sueño vivido junto a ella en París , ni de aquel paseo vespertino por la rivera del Sena . Paseo precedido por la visita a la Ópera ,de un café en los campos Elíseos, del picnic de quesos variados en los jardines de Martes. Miraba aquella fotografía color sepia con la esperanza de volver a oírla , de volver a levantase junto a ella en el hotel Le Meurice ; acariciar sus rizos dorados ,su tez suave y pálida o simplemente a perderse en su mirada azul.... pero no, eso nunca más ocurriría. Su amor por ella está aun intacto, su odio por el doctor Juan Ramírez Mendoza magnificado a cada esperpéntica visión de Eloísa en el suelo de su consulta .Morir asfixiada de asma mientras el médico impasible la deja tirada en fúnebre agonía ,entre quejidos ensordecidos por los jugos blanquecinos supurados por la boca. Esa pesadilla había turbado el sueño de Hugo innumerables veces ,pero , volvía a mirar la foto y endulzar el recuerdo.
Por azares de la vida ,resultó que el doctor Ramírez se encontraba en la villa, haciendo no sé qué negocios con los señores del lugar, y para más inri cruzase en su camino Hugo.  La visión de aquel rostro produce la tensión de sus músculos, dificultad al respirar ;sintió la adrenalina taladrar su corazón en busca de una respuesta , el frenesí emocional era tal ,que cayó a peso muerto en medio de la plaza Mayor. Al recobrar la consciencia se encontraba en la iglesia del pueblo ,a su lado el Padre Mateo ,ataviado con una sotana ridículamente corta o él extravagantemente largo ,de todos modos, al lado de Hugo pendiente de su estado.
-Padre ,¿Cuánto tiempo llevo aquí?.
-¡Hijo mío! que importa eso ,¿Estás bien?.
-la verdad me encuentro algo mareado aún, ¿Qué hago aquí?.
-Descansa ,es normal después del batacazo que te has dado.
-Gracias padre... pero... - le sobrevino la imagen del causante de tal conmoción, antes de salir de la Iglesia - necesito confesión .
.-Ave María Purísima.
-Sin pecado concebida ,dime hijo mío ¿cuáles son tus pecados?.
-Padre me confieso de que voy a atentar contra el quinto mandamiento.
-¡DIOS SANTO!¿Qué dices Hugo?¿Acaso con el golpe te has vuelto loco ?.
-No padre, nada de eso, sólo Dios y yo sabemos el porqué, sólo quiero indulgencia por mis pecados pasados y el perdón por mi venganza .
-Hugo lo siento ,no te daré yo perdón por atentar contra la vida del prójimo, Dios no tendrá piedad de un asesino, ¿Qué te pasa amigo ?¿Qué te atormenta?
- ¿Mateo ya se te a pasado el formalismo de la confesión? - rió forzadamente -¿Alguna vez has amado?
-Hugo que soy cura , pero antes he sido joven , lascivo y  enamoradizo.¿Por qué preguntas eso?
-¿Pero has amado? , has conocido alguna vez a una mujer que te llene con una mirada, te alimente con su sonrisa, te mate con un beso y te vuelva revivir con otro... 
-Para , para! que uno no es de piedra, claro que he amado , pero...¿ Qué tiene que ver el amor con la muerte Hugo?
- El Doctor Juan Ramirez pudo evitar la muerte de mi amor , y no lo hizo por dinero...se quedó sentado...mientras Eloisa...- No pudo continuar , se seco la lágrima  que recorría su mejilla...tomó aire -Entonces padre guarde mi sentencia de muerte para Juan Ramírez, como amigo y sacerdote.
-Así será, pues estas bajo secreto de confesión.
- Mateo nos vemos en el infierno...lascivo dice...- intento mitigar la tensión - cómo se entere Doña Amparo  que lo tiene por Santo.
- Anda amigo marcha ya , antes de que te de yo a tí otro golpe que te vuelva los sesos a su sitio- rió compungido .Diciendo esto se despidieron dándose un fuerte apretón de manos tan solemne como intenso.En el fondo de la sacristía ,se mueve en la penumbra , la silueta de una mujer.



viernes, 12 de agosto de 2011

la Equidna I


Sentado con la mirada clavada en el infinito horizonte blanquiceleste, e inmóvil a causa del puñal clavado en lo profundo de sus entrañas ,daba los últimos hálitos de vida Hugo Campos. Su alma escapaba al ritmo del vaivén de las olas, acariciando las crestas doradas por el sol del lánguido atardecer .Su mente emprendió un viaje sideral, no existía el tiempo, las formas o el espacio, todo tenía sentido a la vez que no lo tenía , se mezcló el día con la noche ,el ocaso con el sol de oriente, el poniente con el levante; la luna y los astros que empezaban a constelar el purpúreo cielo de marzo se fusionaban formando un torbellino de melodías inauditas. Entonces sucedió…silencio…el último fragmento de vida que conformaba su ser , abandonó la crisálida de su cuerpo inerte.
Frente al océano Atlántico, entre dunas y palmeras,el chamizo de caña  y el café amargo. La espesa vegetación de juncos y jazmines está separada por piedras calcáreas del camino que lleva a la agreste infraestructura. Al lado de la hamaca ,la exuberante dama de noche extiende su domino oloroso mas allá de la valla que guarda el  huerto y el pozo azul. Saliendo de entre el camino ,une las marismas con el pueblo más cercano ,Hugo Campos vara en mano arreando al burro. A pesar de lo escuálido del animal tira con fuerza titánica del carro, salvando cualquier pendiente que se oponga entre él y su destino.

Hombre de costumbre , Hugo ,realiza puntualmente una visita mensual al pueblo para intercambiar el producto maduro de su huerta, y el pescado fresco del mar por otros necesarios para subsistir(carnes,gallinas,simientes,herramientas,libros,bujías,café, tabaco...). Su vida es una constante rutina ; levantarse con la grisalla del alba, preparar café en las ascuas aun refulgentes, rezar ya sea dando gracias a Dios por la armonía del día o implorando misericordia en el temporal; contemplar la grandeza de aquel magnánimo espejo glauco , saborear el tabaco de su pipa con cada sorbo de café amargo recién hecho; colocar el cebo en el anzuelo y esperar ,mientras arregla el huerto, que algún pez pique ; acto seguido aviva el fuego , come el menú que le repara el día y reposa leyendo en la hamaca .Cuando el sol levita fluctúa sobre el horizonte anaranjado sale a buscar leña y dar de comer a las bestias; luego a descansar tras deleitarse pipa en mano con la luminiscencia del universo...así día tras día, mes tras mes, año tras año ,década tras década.
Esas costumbres inveteradas rozando lo patológico, conformaban la medicina que su alma necesitaba para adormecer la quimera que subyacía del pecho al recordarla ."Sí aun siguiera con vida"  se lamentaba  cada vez que la lluvia griseaba el día.